lunes, 4 de abril de 2011

Cierre con Victorinada en Castellón

Castellón, domingo 3 de abril de 2011. 8ª de la Feria de la Magdalena. Alrededor de media entrada. Seis toros de Victorino Martín, cinqueños, con volumen y poca cara. El flojo primero acabó desarrollando peligro; el segundo acusó el costalazo de salida y llegó muy mermado a la muleta; el tercero acabó orientándose; el cuarto tomó los engaños a distinta velocidad; el quinto tuvo una bondad infinita pero careció de fuerza y el sexto se entregó al final.  Rafaelillo, saludos y oreja. Luis Bolívar, leve división y oreja con petición de la segunda. Alberto Aguilar, oreja y silencio.

 
A las cinco y media de la tarde, la hora prevista para el comienzo del festejo, José Luis Moreno, el torero que más méritos hizo el año pasado para repetir estaba en su domicilio cordobés haciendo la digestión. El hombre toreó de verdad, sin trampa ni cartón, un victorino le abrió las carnes y ya ven la recompensa. Cuando uno no manda en su casa, me refiero a la empresa, ocurren estas cosas. Y vaya por delante que, a posteriori, ninguno de los que actuaron sobraba.

La corrida no ha sido para tirar cohetes pero sí ha mantenido el interés, que es por lo que se paga. Los toros fueron todos cinqueños, abiertos de pitones, con volumen y juego dispar. Hubo uno, el segundo, que apuntó alto en el único lance que tomó con su integridad física intacta. Metió la cabeza con avidez en los vuelos del capote y, al repetir, hincó las astas en la arena y tan tremendo costalazo se dio que se acabó. A Petrarquisto, que así se llamaba, lo cuidó Bolívar para que no se derrumbara, nunca lo molestó y, agradecida con la deferencia, la bestia se tragó los pases. El quinto lo brindó a un grupo de aficionados catalanes que ocuparon los altos del sol y la plaza reaccionó con gritos de “!Libertad, libertad¡” que creo llegan demasiado tarde para que el mal tenga remedio. Si antes fue el infausto tripartito, ahora son los civilizados nacionalistas de derechas quienes van a robarles un cachito de cultura a los suyos. El presidente cambió el tercio con dos pares y la flojedad evidente se transformó en bondad infinita. Para ello hubo de transcurrir un tiempo prudencial, las necesarias pausas, y el colombiano lo citó con el engaño a media altura en series muy templadas. Pero el espadazo cayó bajo, provocó vómito y paseó una solitaria oreja.

Rafaelillo anda muy curtido con toros de divisas indeseadas por las figuritas de pitiminí. Mucho bregó con el que abrió plaza, que desarrolló peligro a medida que transcurría la lidia, se quedaba bajo las telas en un viaje limitado y lo hubiese puesto en más en un apuro de no andar ligero de piernas. El murciano se justificó y saludó una justa ovación. El cuarto tuvo una embestida a varias velocidades y Rafael lo supo ver desde un principio. Le consintió, le arrancó naturales de mérito y cobró una buena estocada al segundo intento. Oreja justa, mucho más que otras otorgadas durante el ciclo frente a toretes infames.

Reapareció Alberto Aguilar tras el percance de Valencia, se presentó en Castellón y tras brindar su primero al doctor Daniel López Quiles, cirujano que lo atendió en las Fallas, cayó de pie. Al tercero lo citó de lejos en series cortas, de no más de tres muletazos y el remate, pero sin cruzarse. Mojonero acabó orientado y midiendo al madrileño quien aguantó impávido para birlarle algún que otro muletazo. Paseó un apéndice y hubiese repetido excursión anular en el último de no marrar con el descabello. En éste a punto estuvo de producirse el hecho más noticioso de la feria. Alberto colocó a prudente distancia del varilarguero de turno a Borrajero, que acudió solícito a su reclamo. El del castoreño le dio un puyazo y el matador quiso… ¡que le pegaran otro! Volvió a ponerlo en el tercio pero el cornúpeta le dio calabazas y, después de unos cuantos capotazos, pidió el cambio. Si no me falla la memoria es la primera Magdalena en la que ningún toro ha recibido dos varas. Aguilar aportó a la pelea disposición, buscó colocarse tras cada reunión y así lo desengañó. El verduguillo le jugó una mala pasada y abandonó la plaza a pie tras los pasos de sus compañeros.  
informa: COPE
Foto: Burladero

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